Historia y características de Almería

La provincia de Almería y su capital situada en el sur abarca unos 8774 km² según el INE, en 2020 su población era de 727 945 habitantes. Cuenta con una diócesis, 8 partidos judiciales y 103 municipios, entre los cuales figura Níjar, uno de los términos municipales más extensos de España con 601 km².

El clima de Almería, para algunos subdesértico, mediterráneo, cálido y seco, es sin embargo muy variado. Su característica más destacable es su cielo despejado y luminoso. En la costa sur es característico el fuerte viento de poniente. Por su parte, el levante es famoso en la capital ya que suele hacer subir la temperatura varios grados.

La bandera de La Provincia de Almería se basa en el escudo provincial sobre La Cruz de San Jorge. Esta enseña fue propuesta para su adopción por el equipo de Gobierno de la Diputación de Almería en el Pleno de la Diputación Provincial el día 29 de abril de 2016 y aprobada el mismo día.

Relieve

Almería es una de las provincias más montañosas de España. No en vano, el 46 % de las poblaciones están ubicadas en montañas, el 34 % en colinas y el 19 % en llanuras. Está atravesada de oeste a este por diversos macizos montañosos de origen alpino, integrados en la cordillera Penibética. Esta singular disposición orográfica es en gran parte responsable del histórico aislamiento tanto de la provincia en relación con el resto de España como de las distintas comarcas almerienses entre sí.

Morrón de la Lagunilla

La provincia alcanza su máxima altura en el Chullo, de 2609 m, que se enclava en la Sierra Nevada almeriense y vigila el Puerto de la Ragua, límite con la provincia de Granada. Otros picos de importancia son el Almirez (2518 m), el Morrón de la Launilla (2249 m), en la sierra de Gádor, el Calar Alto (2168 m), en la sierra de los Filabres, la Tetica de Bacares (2080 m), en esta misma sierra y el pico de María (2045 m), en la sierra homónima, por lo tanto, Almería consta de cuatro sierras que superan los dos mil metros de cumbre.

Costas, Ríos y Vegetación

Sus 219 kilómetros de costa incluyen diversos accidentes geográficos, siendo los más prominentes el Golfo de Almería, el cabo de Gata, Punta Entinas y Punta Sabinar.

Isla de Alborán

No se deben olvidar los islotes de Terreros y San Andrés y la isla de Alborán, importante enclave natural, pesquero y estratégico cuyo nombre se debe al pirata berberisco Al Borán, quien la utilizaba como base, y está incluida en el término municipal de Almería.

Los ríos más importantes son el Almanzora, el Andarax, el Nacimiento (afluente del anterior), el Grande de Adra, el Alias y el Aguas. Este último es el responsable del sistema cárstico de Sorbas. El norte de la provincia pertenece a la cuenca del Segura a través de la Rambla de Chirivel, tributaria del río Guadalentín.

Existen asimismo tres embalses, el del Almanzora (sede de deportes acuáticos de los XV Juegos Mediterráneos), el de Benínar, en cuyo lecho descansa el pueblo del mismo nombre, y el de Isabel II, que es uno de los más antiguos de España: se inauguró cerca de Níjar en 1850 y actualmente se encuentra colmatado y en desuso.

La vegetación depende de muchos factores, entre los que destacan la pluviosidad, fuertemente correlacionada con la altitud, y el tipo de suelo. De esta forma, en las cumbres de Sierra Nevada y los Filabres -por encima de los 1800 m s. n. m.- la vegetación predominante es el piornal y el enebral, adaptados a las condiciones físicas de la alta montaña.

Río Adra

Mientras, en las zonas de media montaña predomina el encinar, si bien, bastante degradado en el caso de los Filabres. El encinar también es la vegetación dominante en las zonas secas con suelos básicos, con una mayor extensión en la sierra de Gádor; en Sierra Alhamilla se encuentra uno de los encinares más extensos y mejor conservados de la provincia. Las zonas semiáridas del interior son pobladas principalmente por lentiscos, que rodean en forma de orla las principales zonas montañosas.

Esta vegetación está muy degradada y con mucha frecuencia deriva a espartales. Al acercarnos a la costa y bajar la altitud aumenta el carácter árido de la vegetación. En las depresiones del Campo de Níjar y en el valle del Almanzora predominan los espinares -de azufaifos en su mayoría-, que dan al paisaje un claro carácter desértico acrecentado por la fuerte acción antrópica. En esta zona es muy reseñable la gran riqueza florística en muchos casos de carácter endémico.

En el Campo de Dalías y el Andarax, con suelos similares pero no tan áridos, en los espinares predomina el arto, si bien la acción antrópica -cultivos en invernaderos- apenas deja ver restos de vegetación natural. En las sierras de cabo de Gata y Cabrera, la altitud hace que se intensifique la acción marina y se desarrolle una vegetación menos rala que en los espacios limítrofes. Por último, también son destacables las formaciones edafoxerófilas -Campo de Tabernas, donde destacan las formaciones adaptadas a los yesos- o edafohigrófilas en las zonas de las desembocaduras de los ríos.

Fauna

La fauna de la provincia de Almería presenta una gran biodiversidad y riqueza. En el Cabo de Gata y Níjar destacan el zorro, el erizo moruno, el lagarto ocelado (subespecie nevadensis) y la víbora hocicuda.11​ En la Sierra de los Vélez son características las aves rapaces, la cogujada, la calandria y la bisbita común; también abundan las culebras y las mariposas -destaca la Parnassius por su condición de endémica-. En Sierra Nevada y en la Sierra de los Filabres son también abundantes las aves rapaces y diversos mamíferos protegidos, como la cabra montés, el gato montés o el jabalí, entre otros.

Erizo moruno

Un parque nacional, el de Sierra Nevada, compartido con la provincia de Granada, en el que se pueden encontrar cabras monteses y jabalíes.

Tres parques naturales: el de Cabo de Gata-Níjar, declarado en 1987 y primero Marítimo-terrestre del país, es probablemente uno de los últimos reductos de costa virgen del Mediterráneo y cuenta con multitud de especies vegetales xerófitas endémicas y hasta hace pocos años fue santuario de las últimas focas monje de Europa; otro es el de la Sierra de María-Los Vélez, que cuenta con grandes extensiones de pinares carrascales y poblaciones de la escasa tortuga mora, y, por último, el de Sierra Nevada.

Además existen cinco parajes naturales: Alborán, Desierto de Tabernas, Karst en Yesos de Sorbas, Punta Entinas-Sabinar y Sierra Alhamilla. De entre ellos, los más importantes quizá sean los dos primeros. El desierto de Tabernas es, técnicamente, el único desierto del continente europeo. Se trata de un ecosistema excepcional, cuyos característicos paisajes son aprovechados por la industria audiovisual desde principios de los años 60. Por su parte, el cercano karst en Yesos de Sorbas es un complejo de cuevas, cañones y demás fenómenos kársticos excavados por el río Aguas en un depósito de yeso cercano a la localidad de Sorbas.

Desierto de Tabernas

Diez monumentos naturales: Arrecife Barrera de Posidonia, Isla de San Andrés de Carboneras, Isla de Terreros e Isla Negra de Pulpí, Piedra Lobera y Sabina Albar de Chirivel, Peñón de Bernal, Cueva de Ambrosio en Vélez Blanco, Canales de Padules, Encina de la Peana en Serón, Encina del Marchal del Abogado en Serón, y el parque periurbano de Castala, en Berja.

Parque periurbano de Castala

Otros espacios naturales destacables en la provincia son el olivo gigante de Agua Amarga, uno de los más longevos del continente europeo; y la Geoda en yeso de Pulpí, entre las de mayor tamaño del planeta; el humedal de la Cañada de Las Norias y el humedal de Ribera de la Algaida.

Existen además en la provincia varios centros de recuperación, conservación y estudio de fauna y flora. Algunos de ellos son:

  • Parque de Rescate de la Fauna Sahariana en Almería.
  • Jardín Botánico del Albardinar en Rodalquilar (Níjar).
  • Jardín Botánico Umbría de la Virgen en María.
  • Acuario de Roquetas de Mar.
Jardín Botánico del Albardinar

La provincia de Almería es una de las demarcaciones andaluzas con mayor número de bienes inmuebles inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

Desde los mismos albores de los asentamientos humanos existen vestigios de su presencia en estas tierras así como del legado cultural y artístico ligado a todas las culturas humanas.

Algunos de los bienes arqueológicos de mayor interés histórico y artístico son:

  • Las pinturas rupestres del Arco Levantino en Almería.
  • El poblado calcolítico de Los Millares en Santa Fe de Mondújar.
  • El poblado de la Edad del Bronce de Fuente Álamo en Cuevas de Almanzora..
  • Poblados de la Edad del Bronce de El Argar y La Gerundia en Antas.
  • Los restos fenicios de Abdera en Adra y Villaricos en Cuevas de Almanzora.
  • El poblado calcolítico de El Barranquete en Níjar.
  • Restos de poblados iberos de El Chuche en Benahadux, El Cerrón en Dalías y el yacimiento púnico de Dalías.
  • Restos de poblados romanos de la antigua Vergi en el paraje de Villavieja en Berja.
  • Yacimiento arqueológico de La Ribera de la Algaida o Turaniana, en Aguadulce, Roquetas de Mar, con restos arqueológicos datados desde la Edad de Bronce hasta el período musulmán.

Entre el siglo xvi y el siglo xviii también se levantaron algunos de los edificios más significativos de la arquitectura militar almeriense, especialmente aquellas que servían para la defensa de las costas ante los ataques de los piratas.

Algunos de estos bienes históricos son el conjunto monumental de la Alcazaba y las Murallas del Cerro de San Cristóbal en Almería, el castillo de los Fajardo en Vélez-Blanco, el castillo del Marqués de los Vélez de Cuevas del Almanzora, el de Gérgal, el de San Juan de los Terreros, la alcazaba de Tabernas, o las torres costeras de defensa de Macenas en Mojácar o Villaricos.

En la provincia de Almería se han rodado innumerables películas, series de televisión, cortometrajes, vídeos musicales y spots de televisión. Los años 60 y 70 fueron el momento cumbre de la industria del cine, sobre todo con los spaghetti westerns, destacando los del director italiano Sergio Leone.

Sergio Leone

No solo el desierto de Tabernas y el municipio de Níjar han sido escenario de películas y no solo westerns se han rodado en Almería. Muchas películas conocidas por el gran público se han filmado en otros parajes o municipios de Almería, como, por ejemplo, en el parque natural Cabo de Gata-Nijar o en las calles de la capital. Estas, concretamente, han servido para representar Mesina en Patton, Alejandría en Cleopatra o Iskenderun para Indiana Jones y la última cruzada, así como otra larga lista de películas.

El Indalo

El indalo es un símbolo muy popular en toda la provincia. Su origen se remonta al Neolítico, apareciendo en diversas cuevas y abrigos del norte de la provincia, como la Cueva de los Letreros en Vélez Blanco. Se trata de una pintura rupestre de tipo levantino que podría interpretarse de varios modos, el primero describiendo a un arquero apuntando al cielo, y otro más místico que sería un ídolo o dios. Este símbolo pervivió a lo largo de los siglos en el levante almeriense y a mediados del siglo xx todavía se encontraba pintado sobre las paredes de cal de pueblos como Mojácar, donde se creía que protegía del rayo y ahuyentaba a las brujas y el mal de ojo. Su popularidad creció cuando se convirtió en símbolo turístico del pueblo y actualmente es representativo de toda la provincia.

La prehistoria

En el Paleolítico, Almería se caracteriza por reducidos grupos nómadas, cazadores y recolectores. Siendo el yacimiento más antiguo el de Cueva de Zájara I, en Cuevas del Almanzora y el Monumento natural Cueva de Ambrosio, de gran importancia para la datación del arte rupestre paleolítico.

El Neolítico aparecen las primeras aldeas y los primeros espacios dedicados exclusivamente a enterramientos. De esta época datan las pinturas rupestres de la Cueva de los Letreros y otra veintena de cuevas y abrigos de la Comarca de los Vélez considerados Patrimonio de la Humanidad en 1989 por la Unesco.

Edad Antigua

En la Edad de los Metales las culturas mantuvieron contacto con civilizaciones de todo el Mediterráneo, colonias que los fenicios fundaron años más tarde, en el siglo VIII a. C. Abdera (Adra) y Baria (Villaricos) fueron importantes, centros del comercio y la pesca. El control fenicio se convirtió en cartaginés cuando la civilización púnica se extendió por el sureste peninsular, hasta el año 209 a. C. con la II Guerra Púnica. De la época se conservan numerosos restos, en Vera, Los Vélez y Dalías.

Almería cayó en las manos de Roma durante la campaña de Escipión el Africano contra los cartagineses. Los romanos la llamaron Portus Magnus, quedando la ciudad enclavada en la Hispania Ulterior. Plinio el Viejo la menciona en su obra; no en vano se convirtió en uno de los puertos más importantes del Sur de Hispania.

Roma trajo la organización territorial, las vías de comunicación y los impuestos, y explotó sistemáticamente los recursos mineros del territorio, entre ellos el mármol de Macael. Se fortaleció el comercio, especialmente el del garum, sabrosa salsa de pescado y especias muy apreciada en la época y cuya fórmula exacta se desconoce aún hoy. En Adra, Torregarcía y en la capital, sobre el Parque Nicolás Salmerón, se conservan salinas y factorías de salazón de esta época. Otros restos de gran importancia son el Dionisio de Chirivel, el sarcófago de Berja, el Daymún (templo funerario de época tardorromana) de El Ejido y el puente y restos de vía romana de Bayanna, a las afueras de la capital.

Parque Nicolás Salmerón – Almería Capital

Almería fue ocupada más tarde por vándalos y visigodos. Tras un breve periodo de ocupación bizantina. Suintila integra definitivamente a Almería en el reino visigodo el año 621 y expulsa a las fuerzas de Bizancio. En esos años, mantuvieron su importancia las antiguas poblaciones de Abdera, Urci y Baria.

Edad Media

Quedan pocos siglos para que Almería alcance su primer cenit histórico, político y socioeconómico. La gran historia de Almería comienza en efecto con la ocupación musulmana, iniciada el año 713 a manos fundamentalmente de poblaciones de origen bereber y yemení, cuya más pronta aportación fue la remodelación sustancial del paisaje y método agrícola.

El periodo musulmán se divide en dos fases, separadas por un breve periodo de ocupación cristiana, el decenio entre 1147 a 1157, en que los ejércitos de Alfonso VII de León ocuparon la ciudad y la provincia. No obstante, aunque breves, estos diez años supusieron una ruptura insalvable en el crecimiento de la Almería musulmana. La primera fase destacable va así pues desde la fundación oficial de la ciudad en 955 hasta 1147, y la segunda desde 1157 a 1489.

El origen último de Almería capital está en efecto en Pechina, pues poco después de su fundación se crearía un asentamiento costero y una atalaya, dependientes de aquella, que recibirían el nombre de Al Mariyyat Bayyana.

Se ha escrito mucho sobre el origen del nombre de la ciudad y provincia. El movimiento indaliano, siempre tan idealista, pensaba que Al Mariyyat querría decir en árabe «Espejo del Mar», pero es mucho más probable que el topónimo provenga de la palabra «al miraya», «Torre vigía». En efecto, Al Mariyyat funcionó como puerto y defensa de una Bayyana próspera y enriquecida, que se convertiría en uno de los centros comerciales más importantes de al-Ándalus como ya dejó reflejado en sus crónicas Al Himyari.

La Alcazaba – Almería

Llegamos así a la fundación oficial de la ciudad en 955, año en que Abderramán III (o Abd-er-Rahman) ordenó iniciar las obras de una fortaleza, la Alcazaba, cuyo objetivo era defender el área de la amenaza que suponía el califato fatimí, oriundo de Túnez. La Alcazaba se convierte así en la fortaleza musulmana más grande de España y de Europa, con 43 000 metros cuadrados que le permitían albergar todo un destacamento militar de 20 000 hombres, los palacios de los sucesivos reyes e incluso lugares de resguardo para la población en caso de ataque. Más adelante será objeto de remodelaciones y ampliaciones por parte de reyes musulmanes y de los Reyes Católicos.

La desintegración del califato de Córdoba en el siglo XI da lugar a los reinos de taifas, entre ellos el de Almería, que tendría su primer rey en Jairán (o Hayran), remodelador de la Alcazaba.

Almería ya es mucho más importante que Bayyana y se convierte en una ciudad de nueva planta califal, dotada de una mezquita mayor que en la actualidad es la iglesia de San Juan, donde se conservan hoy la qibla y el mihrab originales, y un activo puerto, que con los años sería el más importante puerto comercial de todo al-Ándalus. En efecto, este siglo constituye el primer cenit histórico de Almería. Era entonces una ciudad amurallada, con un trazado urbanístico árabe clásico y tres barrios bien diferenciados: el barrio de Al Hawd (o el Aljibe), el de la Musalla y la Medina.

Durante la segunda mitad del siglo reinó Almotacén (o Al Mutasim) (1052-1091), el rey poeta, que enriqueció la corte con literatos y científicos. Se introdujeron avances en los sistemas de regadío; en la ciudad florecían los baños y las mezquitas y efervescía en el puerto el comercio de la seda, el aceite y la uva.

La taifa almeriense terminó con la invasión almorávide, pero la ciudad continuará siendo un auténtico emporio comercial muy codiciado por los cristianos. Es entonces cuando Alfonso VII el Emperador, decide tomar la ciudad con ayuda de catalanes, francos, pisanos y genoveses (de ahí el nombre de la playa de Cabo de Gata, donde desembarcaron). Los ejércitos entraron en la ciudad el 17 de octubre de 1147, fue un periodo efímero de ocupación, pero que truncó totalmente el desarrollo de la capital y su territorio.

De la época musulmana se conservan innumerables restos como La Alcazaba o los restos de la mezquita mayor, pero también los aljibes de Jairán, que en una época abastecieron a la ciudad, y las murallas construidas por el mismo rey. También se conservan lienzos de la muralla del puerto y restos de la puerta de Purchena, en el subsuelo de la Rambla Obispo Orberá. No solo ciudades florecieron en la Almería musulmana, se pueden encontrar diseminados por los Filabres, las Alpujarras y el valle del Almanzora numerosos baños, mezquitas y castillos.

En 1489 los Reyes Católicos conquistaron Almería, cuyas poblaciones en la mayoría de los casos capitularon pacíficamente, con la excepción de contadas rebeliones mudéjares.

Edad Moderna

El siglo XVI es el siglo del retroceso y abandono de la ciudad y la provincia. Fueron varios los factores que influyeron en esto; en primer lugar, Almería estaba apartada de cualquier ruta comercial americana, y vio pasar de largo todas las riquezas provenientes del Nuevo Continente y la actividad que trajeron consigo. Por otro lado, se prodigaron en estos cien años tanto los terremotos como los ataques de los piratas berberiscos y turcos, como Barbarroja (un siglo más tarde, les sucederían los de la armada inglesa). Los primeros mermaron la población y los segundos la aterrorizaron y obligaron a desplazarse hacia el interior.

En 1522 un fuerte seísmo destruyó la ciudad casi completamente y redujo la población a tan solo 700 habitantes, que se asentaron en torno a la catedral, de nueva construcción.

La Catedral de Almería es un gran ejemplo de edificio defensivo de la época. Fue levantado el primer templo catedralicio en 1496 bajo las órdenes del cardenal arzobispo de Toledo Pedro González de Mendoza, sobre la antigua mezquita. El terremoto de 1522 la destruyó completamente y fue entonces cuando Fray Diego Fernández de Villalán, obispo de Almería, mandó construir el actual, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación.

Catedral de Almería

El santoral en Almería es rico en leyendas. El antedicho San Indalecio es el patrón de la ciudad y sus restos vinieron a descansar a Almería después de siglos en la abadía de San Juan de la Peña, en Huesca. San Indalecio fue uno de los Siete Varones Apostólicos, evangelizadores del sur de España, quienes, según viejas tradiciones recogidas en escritos mozárabes, acompañaron a Santiago el Mayor en la evangelización de esta zona del país a mediados del siglo I d. C.

Entre ellos estaban también Tesifonte, Torcuato, Segundo, Hesiquio, Cecilio y Eufrasio; todos ellos fueron obispos de poblaciones del sur y sureste español (entre ellas Berja y Abla) antes de la ocupación musulmana. Pero quizá lo más interesante fueron las afirmaciones que sobre ellos se encontraron inscritas en los famosos plomos del Sacromonte, documentos inscritos en ese metal y descubiertos en la abadía granadina en el siglo XVI. En ellos se afirma, en un intento sincrético por parte de pensadores moriscos de unir islam y cristiandad, que todos ellos eran de origen árabe.

Así, Indalecio se habría llamado, antes de su latinización, Ibn Al Mugira. Otro santo presente en Almería es San Valentín, cuyos restos se creen ocultos en algún lugar de la catedral, si bien este honor le es disputado por la iglesia de San Antón, en Madrid y la abadía de Terni, en Italia.

La población morisca era, a pesar de la incipiente repoblación cristiana, mayoritaria en amplias regiones de la provincia, como las Alpujarras y el alto Almanzora. Fue precisamente en la Alpujarra Almeriense donde en 1568 se rebela el laujareño Abén Humeya (nacido Fernando de Válor y convertido al islam); la insurrección se propaga a toda la provincia y pronto Vera es conquistada y Cuevas de Almanzora atacada.

En su retirada, Abén Humeya fundó en Purchena una competición para celebrar el nombramiento de la ciudad como cabeza del valle del Almanzora. Se trataba de unos juegos deportivos y culturales de innegable analogía con el olimpismo, que incluían la lucha, las carreras a pie y a caballo, el tiro y la poesía y que han sido recuperados hoy día, recibiendo el elogio de, entre otros, Juan Antonio Samaranch y el Comité Olímpico Internacional.

Uno de los episodios más sangrientos de la represión contra los moriscos tuvo lugar en Níjar, y constituyó lo que se convino en llamar el «negocio de Inox». En las revueltas de la Navidad de 1569, cientos de familias moriscas acudieron a refugiarse al castillo morisco del peñón de Inox, cercano a Níjar. Informados los cristianos, reunieron un improvisado ejército de mercenarios que se adueñó fácilmente de la fortaleza, haciéndose de una vez con más de 3000 esclavos, mujeres y niños e incontables botines. A este «negocio» se debe el nombre de la cortijada actual cercana, La Matanza, en cuyos aledaños pueden encontrarse aún semiderruidos entre la maleza los muros de la antigua mezquita de Inox.

La matanza y expulsión de los moriscos fueron un duro golpe que sumió a la provincia en lo que sería la época más oscura de la historia de Almería, el siglo XVII. En efecto, se marcharon los que habían enseñado a los cristianos el cultivo del moral, el tejido de la seda, las técnicas de regadío y la carpintería. Quedó la provincia desierta de Níjar a Mojácar y la población de la capital se redujo a 7000 habitantes. Los intentos de repoblación cristiana fueron inútiles y los terremotos y los ataques piratas berberiscos e ingleses mantuvieron a la provincia ensombrecida durante los siguientes 100 años.

A pesar de todo ello, la actividad minera es impulsada con las explotaciones de hierro en los Filabres, plomo en Gádor y mármol de Macael. La contrapartida son las consiguientes talas masivas en las sierras de Gádor y Almagrera, que iría agravándose durante los siglos siguientes y contribuiría de manera importante a deforestación que sufre hoy todo el territorio (a esto se deben las talas y la sequedad atávica de la provincia, y no a la necesidad de madera para construir la Armada Invencible, como se suele contar en Almería).

En lo artístico cabe destacar la construcción en este siglo de dos templos de gran importancia en la provincia, la iglesia de la Encarnación en Vélez-Rubio y el Santuario del Saliente en Albox, a lo que se deberán sumar las numerosas imágenes religiosas del murciano Francisco Salzillo que hoy día se veneran en Semana Santa. En efecto, el norte de la provincia goza quizá de mejor condición que el resto, debido a la exitosa repoblación y urbanización llevada a cabo por el marqués de Los Vélez.

Edad Contemporánea

La Guerra de la Independencia Española no pasó de largo por Almería. Aunque su amenaza se veía lejana, los franceses la llegaron a ocupar, comandados por Goudinot, quien entró en la ciudad el 15 de marzo de 1810. Le ofrecieron resistencia los famosos guerrilleros Mena, Villalobos y Arostegui. En 1812, los franceses se retiran de Almería tras ser vencidos en Arapiles.

En 1814 vuelve Fernando VII al poder y con él el absolutismo y la derogación de las Cortes de Cádiz de 1812. En este contexto se dio otro de los más conocidos episodios históricos de la capital, la matanza de los «coloraos». Tuvo lugar en 1824, cuando un grupo de soldados provenientes de Gibraltar, a los que se les apodó los «coloraos» por el tono de sus casacas, desembarcó en Almería con ánimo de proclamar la Libertad y restituir la Constitución de 1812.

Estaban estos relacionados con una sociedad secreta, la Santa Hermandad, de inspiración comunera. Al fracasar en su intento, veintidós de ellos fueron fusilados por los absolutistas en la Rambla de Belén a la altura de la calle Granada. Años más tarde, se levantó en su honor un monumento en la Plaza Vieja al que se le llama cariñosamente el «pingurucho», que fue también objeto de controversia, destruido en 1943 con motivo de la primera visita de Franco a Almería, no se restituyó hasta 1987, a instancias de los grupos más progresistas de la ciudad, quienes también resucitaron el homenaje anual a los «coloraos» celebrado cada 24 de agosto.

Fue el día 27 de enero de 1822 cuando las Cortes aprobaron por decreto la creación de la provincia, con el mismo territorio con el que se le conoce hoy en día, pero con las revueltas del año siguiente volvió a ser parte del antiguo reino de Granada.

Es también el siglo XIX el siglo de los avances geopolíticos, urbanísticos y de infraestructuras. Los liberales, una vez se hicieron con el gobierno de Madrid, promovieron una reestructuración administrativa del país de la que nacieron las actuales provincias. Fue gracias a las gestiones del Conde de Ofalia, desterrado a Almería, que nació de facto la provincia y adquirió por decreto de 1834 personalidad administrativa propia, quedando desvinculada del viejo Reino de Granada.

Desde el punto de vista económico, es el siglo de plata de la minería en la provincia, con los yacimientos de plomo, plata y oro, en la sierra de los Filabres, sierra Almagrera y Rodalquilar, entre otros lugares. Minería enormemente productiva en otro tiempo que ha dejado insólitos parajes como las instalaciones turísticas y los poblados mineros de Las Menas y Rodalquilar, en permanente rehabilitación como servicios turísticos y culturales, o casas palaciegas como el Palacio de Almanzora. Testigo mudo de esta época pasada es la máquina de vapor encontrada en 2002 en el barranco del Chaparral, en Los Lobos (Sierra Almagrera), que data de 1873 y es considerada BIC y la más antigua máquina de vapor dedicada a la minería de España.

Sierra de Los Filabres

La fisonomía de la ciudad sufrirá un cambio drástico en lo que se ha venido a llamar la evolución de ciudad conventual a ciudad burguesa. En efecto, Almería se derrama fuera de sus murallas, que terminan siendo derruidas casi completamente en 1855. Se urbanizan los amplios perímetros monásticos (huertas, campos), recién desamortizados, dando lugar a plazas como la de San Francisco (actual de San Pedro), se dota a la ciudad de un sistema de alcantarillado y agua potable, y se trazan nuevas calles. Se abre la nueva Puerta de Purchena, es encauzada la Rambla de Belén y el eje de la ciudad se desplaza de la calle Real al novísimo bulevar, de clara inspiración francesa, que tantos otros nombres recibiría antes de convertirse en el actual Paseo de Almería.